Quinto festival de poesía Marpoética, del 25 de marzo al 7 de abril
Antonio Rivero Taravillo

Bio-bibliografía
Antonio Rivero Taravillo. Sevillano nacido en Melilla en 1963, fue librero de 1989 a 2006, y desde 2000 primer director de Casa del Libro de Sevilla. Responsable literario de un sello editorial de 2008 a 2012, en 2009 coordinó el módulo de poesía del Máster en Creación Literaria de la Universidad de Sevilla. Ha impartido talleres de poesía y traducción y ha sido conferenciante y participante en festivales, sedes del Instituto Cervantes y universidades de España y América.
Ha dirigido las revistas Claros del Bosque, Mercurio y El Libro Andaluz. En 2014 fundó Estación Poesía, cuatrimestral que coordina desde entonces para el CICUS.
Es autor de varios libros de viaje, de diez poemarios y de ensayos y volúmenes recopilatorios, además de cuatro novelas. Ha publicado numerosas traducciones que incluyen la Poesía completa de Shakespeare y la Poesía Reunida de Yeats, más antologías de Pound, Graves, Donne y Poe, entre otros.
Fue galardonado en 2005 con el Premio Andaluz a la Traducción por sus versiones de John Keats y con el Premio Archivo Hispalense por un estudio sobre Cernuda. Su trabajo sobre este obtuvo también en 2007 el Premio Comillas de Biografía. En 2011 recibió el Premio de la Feria del Libro de Sevilla, y en 2016 el Premio Antonio Domínguez Ortiz por su biografía de Cirlot. En 2017 ganó el Premio de Aforismos Rafael Pérez Estrada y en 2022 el Premio de Poesía Lara Cantizani-Ciudad de Lucena por el libro Los hilos rotos, de próxima aparición en Reino de Cordelia.
Actividad o actividades en las que participa
Poemas
JARDÍN BOTÁNICO
En un cajón de la memoria, oscuro
papel doblado ajeno a su blancura,
un recuerdo de trinos y de olores
que, abriéndolo, la luz por fin libera.
Tras de la verja, el silo de la infancia
que los pájaros rondan. Un membrillo
caído de su árbol dice: Mira,
empareja tus ojos a los orbes
de esa bandada aérea en el ramaje.
Este arboreto guarda en su recinto
un raro edén de dones simultáneos:
las palmeras cretáceas y los cruces
que ayer apenas dieron los botánicos
al catálogo verde de la dicha.
También coinciden plantas de mil tierras
en nueva tierra ahora germinando.
Palos borrachos, fresnos, araucarias
rodeados de higueras y de pinos.
El silencio frutece y picotea
el piar de las aves. Junto al agua
los juncos son reloj de sol que indica
que esta hora está llena de cien horas.
En el cielo de hojas de la copa,
alumbra, canta, flor, un petirrojo.
Suave fragancia de los nombre todos
que crecen desde el bulbo hasta el oído,
y zumban abejorros cautivados
llevándose en sus patas los aromas.
Laurel, eneldo, endrino, vinca, aloe
desparraman eufónicas semillas
que arraigan en la paz de conocerlos
restituyendo al cuerpo la conciencia
de ser tronco también, raíz y ramas.
La lantana, la acacia, el mirto, el roble
pregonan, tercos, el tesón de hundirse
en el estanque quieto de quien somos
y manantial arriba hasta la unión
de piel y de corteza, savia y sangre
que en las yemas que ya tintan febrero
escriben, verso oral: La vida sigue.
(Inédito)